Símbolo de progreso, el
ferrocarril fue uno de los grandes anhelos durante el siglo XIX. Iniciada a
fines de los 1850', llegó a ser una de las más grandes obras de ingeniería
construida en Chile, fomentando el desarrollo de los pueblos y ciudades del
sur.
La construcción de un
ferrocarril, no sólo plantea una intervención en el paisaje rural a través del
despliegue de líneas, durmientes y cables, sino también desencadena un proceso
de transformación, física, económica y cultural en los asentamientos urbanos
cercanos a su radio de acción. Es así como un pequeño poblado alejado de
centros urbanos importantes, puede integrarse al resto del país con el simple
hecho de contar con una estación ferroviaria.
El ferrocarril significa conexión
y también trabajo, ya que para su construcción se necesita un buen contingente
de mano de obra y también trabajadores permanentes que se ocupen de las obras
que éste deja tras su emplazamiento, como puentes, maestranzas, centros de
cruzamiento o enlaces ferroviarios.
(Fuente: Memoria Chilena)
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